(Clarín).- La vida del bailarín parece un sendero plagado de obstáculos y dificultades. Imaginamos situaciones externas que parecen plantarse de manera despiadada frente a sus objetivos o cualidades personales llevadas al límite como la tolerancia, la paciencia y la resiliencia.
Entonces podemos pensar en Maia Plissetskaia, Julio Bocca o Paloma Herrera y soñarlos sobándose las pantorrillas y curando los callos, vendando los esguinces y apretando los dientes para seguir.
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